Pintura que Zhan y Yibo estaban observando, su nombre es: "Melodía"
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二 (02)
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Nacer como
el segundo hijo del emperador suponía una vida más tranquila, comparada con ser
el heredero del imperio, pero Wangi supo desde siempre que ese sería su destino.
Al nacer,
un eclipse lo había acompañado, cumpliéndose así una de las muchas profecías
acerca del nacimiento del elegido, el futuro emperador que traería la gloria a
China, así como la paz eterna.
Su padre había
muerto ya hace un mes, el solo tenía 18 años y ahora se preparaba para la
fiesta de ascensión al trono. No estaba feliz, no deseaba tanta
responsabilidad, aunque siempre hubiera sido el mejor en todo lo que había
hecho, el no deseaba ese puesto.
Wangi solo
quería sentarse en una colina y sentir el aire mientras tocaba el guqin.
Justo ahora se
encontraba en una colina, pero no traía su instrumento, se había alejado todo
lo que pudo del palacio, en unas horas empezaría la celebración, solo
necesitaba un poco más tiempo para estar solo, aunque después de este día,
aunque este rodeado de mucha gente, estaría más solo que nunca.
Wangi no era muy
en expresar sus sentimientos en su rostro, pero si pudiera justo ahora quería
llorar.
♫♪♩♫♪♩♫♪♩
(Sonido de una flauta)
Wangi sintió
como aquel sonido atravesaba su pecho…
Siempre había
pensado que el sonido más hermoso provenía del guqin, pero ahora, ahora se
encontraba caminando hacia donde ese sonido provenía. Era como si una fuerza lo
jalara, como un imán…
Camino paso a
paso, siguiendo el sonido de la flauta, dejándose envolver, estaba tan
sumergido en aquellas nuevas sensaciones que no se daba cuenta que una pequeña
mancha estaba a punto de tapar el sol.
Un eclipse se
estaba formando.
Wangi siguió su
camino ignorando todo a su alrededor, hasta que llego a un lago, no era muy
grande, pero tenía un tamaño perfecto si uno quisiera nadar o solo dejarse
envolver por el agua, también tenía una pequeña cascada, aunque si hubiera
mirado más de una vez, se preguntaría de dónde provenía el agua que caía y
hacia donde se dirigía, esas eran preguntas que hubiera buscado responder de
cualquier manera. Pero ahora no se concentraba en aquello, sino la figura que
estaba parada justo al lado de la cascada…
En ese momento
todo se oscureció…
El sonido de la
flauta se detuvo y Wangi miro hacia al cielo, viendo el eclipse tapar el sol,
unos segundos después la luz empezó a volver, Wangi miro nuevamente al centro y
vio al intérprete de aquel tan hermoso sonido, parado allí frente a él estaba
su destino
y lo acaba de encontrar.
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-
Si te vas a quedar embobado por
cada pintura que mires, esto nos va a tomar más tiempo de lo normal
A Zhuocheng no
le molestaba esas manías de su mejor amigo, pero si le extrañaba la manera en
como miraba cada pintura, una mezcla de nostalgia y añoranza cubrían su mirada
y parecía que lo lastimaban.
-
Zhan – le llamo – estas bien?
Una lagrima
había corrido por el rostro de su mejor amigo y al parecer él no se había dado
cuenta.
-
¿Estas llorando – le dijo – por
qué?
Xiao Zhan limpio
la lagrima y sonrió.
-
No tengo ni la menor idea –
respondió dejando caer su mochila al suelo
Y era verdad, no
sabía porque aquella lagrima había escapado de sus ojos. Nuevamente la
nostalgia lo había invadido.
-
Creo que la historia de amor del
emperador me toco mucho
-
Eso te pasa por ser extra
sentimental
-
Lo siento – se avergonzó su amigo
– pero cada cuadro que hemos visto siento
-
Que te cuentan una historia – le
gano en decir – escuchas una melodía
Zhan rio…
-
Creo que he repetido esas frases
muchas veces en todo el día, ¿no?
-
Por cada cuadro que vimos, ahora
vámonos en un rato nos van a dar una hora libre y quiero ir a almorzar
Zhan asintió y
camino junto a su amigo…
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-
La nueva escuela te gustara…
Yibo estaba
caminando junto a su madre, estaban en la parte del museo que exhibía los
grande adornos y cerámicas del imperio, pero Yibo solo quería volver a la
sección de las pinturas, necesitaba volver y lo peor es que no entendía porque
le surgía esa gran necesidad.
-
¿Te encuentras bien? – le pregunta la señora a su lado
-
Si madre, estoy bien
Miro a su hijo y
vio en su rostro la misma expresión de siempre, nunca había podido leer su
rostro, jamás sabia como realmente se sentía, su esposo era el único que podía
leer sus miradas, sus gestos, hasta las palabras que no decía.
-
que te pareció la casa?
-
Es bonita
-
He mandado a traer tus
instrumentos de Japón, creo que podemos acomodarlos en el cuarto que tienes al
lado
-
Está bien
-
Me dirás si te sientes incomodo o
te molesta algo, ¿verdad?
Yibo asintió,
pero no es que no quisiera expresarse, solo no podía, por más que a veces se
sintiera abatido y con mucha tristeza, sobre todo cuando recordaba a su padre,
no podía expresarse, a veces pensaba que era su maldición.
Yibo giro la
cabeza al sentir una especie de presencia, cuando giro no había nadie, bueno
estaban los demás visitantes, pero el sintió como si la persona que buscaba no
se encontrara allí y otra vez sintió un llamado como una especie de cuerda que
tiraba de él.
-
Madre… - dijo Yibo
-
Dime
-
Puedo ir a ver las pinturas
-
¿Las pinturas?, no las vimos todas
ya?
-
No, aún faltaban algunas, ¿puedo?
-
¿Quieres que vayamos juntos?
-
No se preocupe – le dijo – será rápido
Yibo sabía que
su madre necesitaba ver las esculturas y las cerámicas, después de todo su
trabajo era ser restauradora, así que después de medio sonreírle fue hacia la
sala de pinturas.
Miro una a una
las pinturas, tomándose su tiempo para admirarlas, eran hermosas, cada una
contaba una historia, su madre le había contado, que varias pinturas habían
sido hechas por el mismo emperador, algunas mandadas a hacer por su hermano y
con el pasar del tiempo algunas pinturas habían llegado de mano de grandes
pintores, que se habían enamorado de la historia de amor eterno de aquel
emperador.
Justo ahora se
encontraba frente a una pintura que el mismo emperador había pintado…
Cuando la miro
sintió como su respiración se detenía, la pintura mostraba el bosquejo de una
persona, alguien parado en medio de la nada, con una flauta en la mano.
Acaso estaba
loco, podría jurar que escuchaba el sonido de aquella flauta, una melodía
triste y alegre a la vez, una melodía que le llenaba de alegría el corazón,
pero a la vez lo ponía al borde del llanto…
-
Mi nombre es Weiying…
Yibo giro al
escuchar aquella voz…
-
Lo siento…
Un muchacho se
había agachado a recoger algo que estaba en el suelo, pero cuando sus miradas
chocaron, ambos se quedaron paralizados…
El sonido de la
flauta los invadió y sintieron como las luces a su alrededor se apagaban, solo
dejándolos a ellos, ellos eran el brillo que alumbraban, se iluminaban el uno
al otro.
Yibo sintió como
su corazón se partía y no de dolor…
No podía
explicarlo…
Aquel muchacho,
aquel muchacho frente a él…
-
Mi nombre es Weiying…
Acaso era el destino….
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